DeepSeek, la inteligencia artificial china que ha hecho temblar los cimientos de los gigantes tecnológicos de Silicon Valley, no tiene demasiada conciencia de sí misma. No sabe quién es su creador, ni el fundador de la compañía, ni cuánto ha costado generarla. Tampoco conoce el debate en torno a ella de estos días (aunque intuye por dónde van los tiros) ni cuánto ha perdido en Bolsa el gigante estadounidense Nvidia desde la presentación, la semana pasada, de su modelo de lenguaje más reciente, DeepSeek-R1. Se excusa: “Mi conocimiento se detiene en julio de 2023. Por ejemplo, no analizo eventos posteriores (elecciones europeas de 2024) ni tendencias emergentes (ej. lanzamientos de IA de agosto de 2024)”.
