La pandemia supuso un revulsivo para España y el mundo entero. La economía cayó en picado como efecto de los confinamientos para limitar los contagios y los Estados se volcaron en conceder ayudas y recursos para mantener a flote las empresas y los hogares. Como resultado, el descenso de la renta por habitante fue menos acusado que el de la actividad en general: en el millar de municipios que hay en España con población superior a las 5.000 personas, la renta media per cápita descendió un 1,62% en 2020 —un 3,63% por declarante— frente a un arañazo en el PIB superior al 10%. Como efecto reflejo del golpe económico, que no afectó por igual a todos los sectores y profesiones, la desigualdad también creció. Pero esta es una tendencia que en realidad ya se venía dibujando desde antes de la irrupción de la covid: el índice de Gini aumentó tanto en 2019 como en 2020 en esas localidades. Entre 2017 y 2020, ese indicador se incrementó un 7,39%.
